CÓMO USAMOS LAS DONACIONES
Nos aseguramos de que los Salones del Reino sean lugares seguros durante la pandemia del COVID-19
1 DE OCTUBRE DE 2022
A principios de marzo de 2022 se publicó en jw.org el siguiente anuncio: “Nos alegra informarles que el Cuerpo Gobernante ha decidido que, a menos que haya restricciones por parte de las autoridades locales, todas las congregaciones podrán empezar a reunirse en persona la semana del 1 de abril”. ¡Qué contentos nos pusimos los testigos de Jehová de todo el mundo al leer esta noticia! Pero la pandemia no había acabado. a Para proteger a los asistentes a estas reuniones habría que hacer algunos cambios y utilizar productos y artículos especiales. ¿Cómo se lograría tener los Salones listos y a tiempo después de dos años sin reunirnos en persona?
La realidad es que nuestros hermanos llevaban meses preparándose para este momento: la vuelta a las reuniones presenciales en los Salones del Reino.
Nos adaptamos a las necesidades de cada lugar
Tan solo un mes después de que se suspendieran las reuniones presenciales en el 2020, el Departamento Mundial de Diseño y Construcción en Warwick (Nueva York) empezó a analizar cómo afectaría la pandemia del COVID-19 a nuestros Salones del Reino y qué sería necesario hacer para poder reunirse de manera segura.
En algunos lugares del mundo había unas necesidades y en otros había otras. Mathew De Sanctis, que trabaja para el Departamento Mundial de Diseño y Construcción, explica: “En algunos lugares es difícil encontrar un lugar donde lavarse las manos. Si en un Salón del Reino no hay agua corriente, el agua se compra o se trae de un río o un pozo cercano”. En otros lugares las autoridades pusieron nuevas normas sobre los sistemas de renovación de aire y el uso del aire acondicionado y de letreros para contribuir a la salud y la limpieza.
¿Qué hicieron nuestros hermanos para solucionar estos problemas? Mathew nos cuenta que en muchos salones encontraron una solución “sencilla y barata, pero muy efectiva”. Por ejemplo, nuestros hermanos de Papúa Nueva Guinea idearon una manera sencilla de lavarse las manos: usaron garrafas plásticas de 20 litros (5,3 galones) a las que les pusieron un grifo. De esta manera, equipar un Salón del Reino en una zona rural costaba solo 40 dólares. Además, se compraron más de 6.000 lavamanos portátiles de buena calidad a través de un proveedor de Asia para enviarlos a Salones del Reino en África.
En otros casos, para poder mejorar la ventilación en los Salones del Reino, se tuvieron que instalar o modificar ventiladores o sistemas de renovación del aire. Muchas congregaciones tuvieron que comprar pértigas para que los micrófonos no pasaran de mano en mano. Además, se hizo todo lo posible por reducir y desinfectar las superficies que se tocan a menudo y que pueden transmitir virus, por ejemplo, al abrir una puerta o al lavarse las manos. Algunas congregaciones instalaron sensores en los grifos de los baños para que se abran automáticamente. En Chile equipar cada salón costó un promedio de 1.400 dólares.
Aunque la prioridad era que los Salones del Reino sean lugares seguros, nuestros hermanos trabajaron duro para usar bien las donaciones. Por ejemplo, en algunos países nuestros hermanos aprovecharon las ayudas de los gobiernos para pagar los lavamanos portátiles y las pértigas. Además, las sucursales colaboraron estrechamente entre sí para comprar los productos en cantidades más grandes y así ahorrar dinero. Las sucursales y el Departamento Mundial de Compras a menudo trataban directamente con los fabricantes, así se lograban mejores precios y se reducía el tiempo de entrega.
“Las medidas que se tomaron me hicieron sentir segura”
Las medidas que se han tomado para hacer de los Salones del Reino lugares seguros han protegido y tranquilizado a quienes asisten a las reuniones presenciales. Una hermana de Perú llamada Dulcine confiesa que cuando supo que volvíamos al Salón de Reino sintió un poco de miedo. Ella dice: “Tuve COVID-19 justo cuando empezó la pandemia, así que ir al Salón del Reino y pensar que podía contagiarme de nuevo me ponía muy nerviosa. Pero cuando entré al salón me di cuenta de que los ancianos habían tomado muchas medidas de seguridad. Había desinfectante de manos y pértigas para los micrófonos. También se habían hecho planes para desinfectar el Salón del Reino antes y después de cada reunión. Las medidas que se tomaron me hicieron sentir segura”. b
El reto al que se enfrentó nuestra hermana Sara, de Zambia, era completamente distinto. Ella explica: “Hace varios meses mi esposo murió de COVID-19. Me preocupaba cómo me sentiría al asistir por primera vez a las reuniones presenciales sin él”. ¿Cómo se siente ahora después de haber vuelto al Salón del Reino? Ella cuenta: “Las reuniones presenciales me demuestran que Jehová está a nuestro lado durante los últimos días. Gracias a ellas siento que recibo el ánimo, el cariño y el apoyo que necesito de los ancianos y el resto de los hermanos como nunca antes”.
Por todo el mundo nuestros hermanos y hermanas se sienten muy agradecidos de poder volver a los Salones del Reino. Les damos las gracias por sus donaciones, muchas de las cuales recibimos a través de donate.ps8318.com. Gracias a ellas hemos podido asegurarnos de que los hermanos se sientan cómodos y seguros en los Salones del Reino.