Cómo solucionó la contaminación acústica
Cómo solucionó la contaminación acústica
“Trabajo en una fábrica de juguetes, y como las tareas que realizamos los empleados son bastante repetitivas, se nos permite escuchar música. A una compañera, ubicada en un cubículo contiguo al mío, le encanta escuchar música degradante, lo mismo que a otras dos de la sección; pero para mí era un verdadero martirio tener que oír esa clase de música ocho horas al día.
”Analicé las ventajas de conservar este empleo. Una es que mi supervisora siempre me ha concedido permiso para asistir a las asambleas de distrito y a las reuniones especiales para evangelizadores de tiempo completo de los testigos de Jehová. Además, el viaje al trabajo no es muy largo, y el horario me deja tiempo para mi ministerio.
”Hablé con mis compañeras y les solicité amablemente si podían cambiar la música o bajarle el volumen. Su respuesta fue quejarse ante la supervisora. Ella me llamó a su oficina y me dijo: ‘Sharon, no puedes hacer que esta empresa se convierta a tu religión. Nuestros empleados pueden escuchar lo que deseen’.
”Entonces le pregunté si podía llevar mi propia grabadora y unos auriculares, y accedió. Así que me llevé al trabajo casetes de La Atalaya, lo que me ha evitado tener que escuchar esa música tan desagradable. Además, las grabaciones también me mantienen fuerte en sentido espiritual.”—Relatado por Sharon Quan.